Actualmente hay varias técnicas actualizadas de la psicología dinámica para el tratamiento de síntomas, tales como conflictos de relación que generan ansiedad, sentimientos depresivos, problemas de inseguridad, dificultades para las relaciones sociales, problemas en la familia o la pareja, dificultades para al manejo del agresividad, de la ingesta alimentaria (anorexia o bulimia), insomnio, disfunciones sexuales y otros conflictos de conducta que dificultan la vida y generan mucho sufrimiento a la persona que los siente o a su entorno familiar o social.
Para poder evaluar cuál sería la más adecuada, el terapeuta analiza y estudia en pocas sesiones diagnósticas previas, 3 o 4, la más oportuna en el momento de la consulta, y si hay alguna otra intervención complementaria (farmacológica, por ejemplo).
Se pueden indicar diferentes TIPO DE TRATAMIENTO:
Esta intervención con los adultos se realiza a través de la palabra, la comunicación emocional que se intercambia en la sesión, y a partir de esta, tanto el terapeuta como el paciente elaboran las ansiedades y los conflictos que aparecen, investigando en el mundo interno de la persona.
Se explora y se ayuda a manejar mejor con emociones difíciles, angustiosas, de culpa, inseguridades… o lo que el paciente viva como perturbador en su vida. Un síntoma surge siempre de un conflicto profundo que es lo que se trata de analizar, dotando de recursos mentales que le ayuden a contener mejor este malestar. Puede ser un conflicto que se manifiesta en el trabajo, con los hijos o en el propio mundo interno de la persona, también puede ser un duelo no resuelto del pasado que afecta a la vida actual o miedos que requieren ser contenidos y comprendidos para reducirlos, etc.
La duración del tratamiento es la necesaria para cada persona y es variable: depende de la evolución y del conflicto que se trate, de su cronicidad, y de las capacidades sanas de cada persona. Siempre cada caso es único y singular.
Con los niños, se llega a través del juego y el dibujo a una comunicación con el psicoterapeuta que luego se verbaliza y se elabora allí mismo. Se acompaña a menudo de visitas con los padres para pensar juntos en la conflictiva del niño y de la coordinación con la escuela, cuando procede y se pacta con los progenitores.
La duración del tratamiento es la necesaria para cada persona y es variable: depende de la evolución y del conflicto que se trate. Siempre cada caso es único y singular .
Se abordan en pareja aquellas situaciones de conflictiva relacional en la que ambos miembros de la pareja aportan sus dificultades individuales y entorpecen su vida emocional porque generan muchos conflictos.
Esta modalidad la evaluará el psicoterapeuta como la más conveniente. Es frecuente encontrar problemas de incomprensión mutua, de nada-irresponsabilidad hacia los hijos, dificultades sexuales, etc. No siempre los conflictos de pareja se abordan como tales, se puede indicar después de las visitas diagnósticas que cada uno haga un tratamiento individual.
A menudo una intervención de pareja puede ayudar a que ambos decidan si quieren o pueden estar juntos o no, y en este caso se puede acompañar en una separación, si así lo ha decidido la pareja, de la forma más sana para ellos y los hijos, si los hay. Es una intervención preventiva de daños psicológicos que se pueden generar y son evitables.
Está indicado para aquellos problemas que afectan a todo el grupo familiar y en el que cada uno interviene de alguna manera a fomentar o generar un conflicto de relación. A veces, con el objetivo de mejorar el problema que presenta uno de los miembros, es necesaria la intervención de todo el sistema familiar. Se abordan problemas de roles en el grupo, dificultades de relación entre los hijos, problemas de límites educativos, de incontinencias del sufrimiento que generan inseguridad, angustias, etc.
Se realiza una psicoterapia breve de frecuencia semanal o quincenal para encarar conflictos centrados en un foco determinado que terapeuta y paciente acotan en las entrevistas diagnósticas. El objetivo de esta intervención es desatascar y elaborar un conflicto interno que afecta a la vida sana del paciente, siempre que pueda circunscribirse a un foco muy localizado. Su duración es relativamente breve, dependiendo del caso, siempre inferior a la psicoterapia a tiempo indefinido.
A veces, conflictos de un adolescente a su crisis ‘normal’, pueden aclararse en pocas visitas, incertidumbres de formación futura o inhibiciones y temores que impiden el desarrollo… Hay muchas manifestaciones emocionales que sanan con intervenciones adecuadas, respetuosas con la persona y que permiten seguir la evolución madurativa de forma más satisfactoria.
En las entrevistas terapéuticas se pueden abordar aspectos puntuales de dificultades de la persona, ayudando a pensar sobre los hechos y los sentimientos penosos que las acompañan.
Por ejemplo, ayudar a tomar una decisión laboral, orientar la confusión propia de un adolescente o aclarar algún aspecto conflictivo con los hijos. A veces se trata de articular un espacio emocional de acompañamiento de un duelo por pérdida significativa que se haya podido complicar, o ayudar a que no se cronifique, las crisis vitales que siempre nos atrapan, cuando los hijos se van de casa, la pérdida de la juventud, del trabajo, de los padres, etc.
En definitiva, los conflictos que nos crean un sufrimiento inabordable des de lo individual, lo familiar o lo social y nos impiden pensar y vivir mejor són el objectivo de nuestra intervención professional, cuando la persona ya no lo puede superar con sus propias capacidades. Esta modalidad, da un soporte emocional a la persona que vive en un problema, quizá cuotidiano, pero que no puede afrontar por el mismo. Es una intervención, igual que otras modalidades, que siempre resulta preventiva de más síntomas y más sufrimiento.